¡Esto no parece Madrid!
Hace
una semana empezó la huelga de limpieza en Madrid. Las calles se
han convertido en un gigante vertedero de basura y aumenta el riesgo de proliferación de
plagas.
La
razón de la protesta se atribuye a la reducción de sueldos de hasta un 43% y a la
decisión de tres de las cuatro concesionarias del servicio (Sacyr, OHL y FCC
Albéniz) de despedir a 1.134 trabajadores de una plantilla de unos 6.000. Una
decisión con consecuencias trágicas.
El
Ayuntamiento de Madrid ha defendido desde el inicio de las protestas que el
conflicto “se inscribe” en un escenario de negociación entre empresas y
sindicatos “ajeno al ámbito de competencias municipales”.
La
alcaldesa Ana Botella reaccionó ante la imagen de una ciudad cubierta de basura
y reunió a las empresas en el Ayuntamiento para pedirles que lleguen a un
acuerdo. La oposición (PSOE, IU y UPyD) reclama a Botella que exija la retirada
del ERE, fomente la negociación o anule un contrato que supone “una sangría” de
despidos.
Por
motivos de seguridad y de salud, el Ayuntamiento decretó unos servicios mínimos de un 40% de la plantilla de limpieza y un 25% en jardines. Estos servicios no siempre se cumplen debido al miedo causado por numerosas agresiones a los empleados de limpieza que intentan acceder a su puesto de trabajo.
Estamos
viviendo una situación alarmante porque es muy probable que el conflicto se
extienda meses, pero no tenemos que olvidar que Madrid es, ante todo, una
ciudad con un patrimonio cultural y artístico increíble, una ciudad que acoge
sus turistas en una atmósfera elegante con sus imponentes palacios y ofrece un
aire salubre con sus amplios espacios verdes.
Por
lo tanto, será mejor borrar de nuestra mente la imagen de Madrid inundada en basura, con la esperanza de que se trate solo de una mala página de su
historia.
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