El lado oscuro de Madrid: segunda parte
Si te has quedado con gana de más,
pues aquí va la segunda parte…
El doctor
Pedro González Velasco fue un personaje muy importante en la historia médica de
España creando la Sociedad Anatómica y el Museo Antropológico en su propia
residencia, que aún sigue allí en frente de la estación de Atocha. Sin embargo
una leyenda trágica marcó su vida. Él tenía una hija de 12 años enfermiza, Conchita.
El doctor Benavente, amigo de Velasco le recomendó un tratamiento conservador
de la enfermedad. No obstante, Velasco no le hizo caso y le suministró una
especie de laxante para purgar la fiebre, lo cual provocó una hemorragia
interna irreversible. Su hija murió y él se culpaba de su muerte de tal manera
que disecó el cuerpo de la chica y la enterró. El tiempo pasaba y el doctor se
obsesionó con su hija. Se rodeó de objetos suyos, tocaba al piano sus canciones
favoritas e inundaba sus estancias de imágenes y pinturas. Tal obsesión lo
llegó al desenterramiento de su hija después de algunos años. El embalsamamiento
era perfecto. Se abrazó a ella y pagó un sastre y a una estilista para
darle apariencia de vida. Salía a pasear por el Retiro en coche de caballos
acompañado de su hija ataviada con el vestido de novia que encargó para ella. Con
esta actitud, poco a poco perdió casi todos los clientes. Su mujer le convenció
entonces de enterrar a la cría. El doctor murió en 1882 y fue enterrado junto a
su mujer e hija en el cementerio de San Isidro. La leyenda cuenta que Conchita
sigue paseando con su vestido de novia por el Retiro en las mentes de todos los
que escucharon su triste relato algún día.
José de Murga, hijo del
marqués de Linares, contó a su padre que se había enamorado de una cigarrera de
Lavapiés llamada Raimunda. El Marqués no quiso permitir esta relación así que
lo envió a Londres para que completara sus estudios y se olvidara de Raimunda.
José, a pesar de la fuerte oposición familiar, se casó con Raimunda y tuvieron
una hija llamada Raimundita. Cuando su padre falleció, José se encuentró con
una carta del marqués en la cual estaba claro el motivo de las oposiciones contra
su relación con Raimunda: eran hermanos. De hecho su padre le contaba en la
carta su aventura con una cigarrera de Lavapiés. Conscientes
de su pecado incestuoso, José pidió una bula papal a Pío IX que les permitió
vivir juntos pero en castidad. Ante el escándalo del incesto, la pareja decidió
asesinar a la pequeña. El marqués escondió el cadáver en la pared de la Casa de
las Muñecas, anexa al edificio, en un recinto que había sido construido para
servir de zona de juegos para sus hijos. Finalmente, la marquesa murió de pena
y el marqués terminó suicidándose. Todavía hoy, continúa el espíritu de la niña
Raimunda, cantando canciones infantiles y llamando a sus padres.
La casa maldita de Madrid
En
calle Antonio grillo 13 está la casa maldita, llamada así porque suma varios
crimines entre sus paredes:
- 1 de mayo de 1962: Un sastre mató su mujer y sus 5 hijos.
Después exhibió sus cadáveres en el balcón y se pegó un tiro.
- 1964: Con miedo a una deshonra familiar por tener un hijo
soltera, una chica asfixió a su bebé y lo escondió en un cajón de la mesilla.
El bebé fue descubierto días después por su hermana.
- 1945: Un hombre fue asesinado en su cama.
Entonces ¿cuenta la casa con un espíritu diabólico o alguna energía negativa desconocida?
Un museo con malos recuerdos
El
museo de arte moderno Reina Sofía antes fue un hospital edificado durante el
reinado de Felipe II para que fueran a morir allí los mendigos de la ciudad. En
la remodelación de 1982 llegaron a encontrarse restos humanos, entre los que se
encontraban los cuerpos momificados de tres monjas que, dicen, hoy están
enterradas en la misma puerta del museo. Desde la primera remodelación del
lugar se produjeron un sinfín de anomalías y presencias de entes, como la de
una persona mayor de pelo cano y con una barba larga que se sentaba en uno de
los bancos del jardín o las voces y presencias que se desplazan por la famosa
escalera del antiguo hospital. El sótano del museo es el lugar donde más
fenómenos suelen producirse. Allí se enterraron durante siglos los cuerpos de
mendigos, niños abandonados o gente con problemas mentales y durante la guerra
civil se torturaba y enterraba a infelices soldados. Esto produce que muchos
vigilantes de seguridad ni siquiera se plantean pasearse por allí de noche. En
cada lugar hay olores, presencias y entidades que pasean como en sus tiempos de
pacientes y un sinfín de historias que merecen un monográfico. Durante años,
los vigilantes del museo han denunciado que oyen voces en salas vacías,
ascensores y puertas que funcionaban solas y alarmas que saltaban sin causa.
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